En un
mundo cada vez más competitivo e
interconectado, donde un consumidor puede cambiarse a la competencia en tan sólo unos segundos desde su smartphone, el cultivo de una
buena reputación se ha convertido en una
cuestión clave para las empresas.
La opinión de otros consumidores sigue siendo primordial en la toma
de decisiones de comprar y muchas compañías conocen el daño que produce en sus cuentas de resultados los comentarios
negativos de los usuarios en foros y redes sociales. Por eso, el 40% de los
ejecutivos encuestados por Deloitte sitúa la reputación como su principal preocupación a día de hoy, por encima incluso
de amenazas a su modelo de negocio(32%), tendencias económicas(27%) e incluso de la competencia(27%).
Las redes
sociales han avivado ese interés por preservarla y controlar
en qué situación se encuentra. Pero son un arma de doble filo. Por un
lado, tienen un grandísimo valor para conocer el
estado real de la reputación de una marca, permiten
monitorizar todo lo que se hable en relación a ella, prevenir y modelar
de acuerdo a los comentarios que los usuarios van vertiendo en las redes. Pero,
por otro lado, la viralidad intrínseca al medio social, su
enorme proyección, hace más vulnerables a las empresas y les obliga a desarrollar
estudiados planes de actuación en caso de crisis, para
evaluar niveles de gravedad y prever respuestas adecuadas que eviten que la crisis
se reproduzca como la espuma. Lleva años construir una reputación y bastan tan sólo unas horas para echarla
abajo.
Las
empresas son conscientes de ello. No en vano un 95% de los líderes empresariales, según
McKinsey, reconoce algún tipo de riesgo en su uso de
la tecnología social: desde que pueda
filtrarse información sensible para la compañía, comentarios negativos sobre sus servicios, hasta el
riesgo de que los empleados puedan publicar contenido en otras páginas que puedan dañar la reputación de la empresa.
Sin
embargo, a pesar de que existe esa conciencia sobre los riesgos que entraña dejar a su libre albedrío
la reputación social de la marca, no todas
están tomando cartas en el asunto.
Un reciente estudio de Grant Thornton señalaba que sólo un 18% de los altos ejecutivos consideraba que sus
empresas estaban llevando a cabo evaluaciones de riesgo en social media. Además todavía hay un 45% de las empresas
que no ha puesto en marcha ningún programa de entrenamiento en
redes sociales para sus plantillas.
Por todo
ello, cuidar la reputación se ha convertido en una
cuestión prioritaria para los
ejecutivos. El 52% de los encuestados por Deloitte han incrementado para ello
la frecuencia con la que monitorizan la marca y el presupuesto que destinan a controlar
los riesgos, mientras que un 43% ha comenzado a llevar un control más continuado de esta área y un 38% ha aumentado el número de ejecutivos dedicados a ella.
Muchos de
ellos utilizan herramientas sociales para templar los riesgos a los que se ven
expuestos. El 75% de los ejecutivos reconoce que las redes sociales son
importantes para monitorizar la marca y controlar los riesgos en los que pueda
verse involucrada su reputación(MIT).
Artículo de: puromarketing.com
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